Hace ya más de un año, recorrimos el humedal de La Marciega descubriendo las potencialidades de este hermoso rincón en La Aldea. Desde entonces, en el marco del proyecto ECOTOUR, que tiene como objetivo trabajar en la revalorización del patrimonio natural y cultural de áreas costeras protegidas en Canarias, Azores, Cabo Verde, Mauritania y Senegal, a través de la promoción de actividades de ecoturismo, se ha estado trabajando en la puesta en valor del espacio, estudiando a su vez los parámetros más importantes a tener en cuenta para su adecuada conservación.
El Cabildo de Gran Canaria, a través de la Reserva de la Biosfera, y junto al Ayuntamiento de La Aldea de San Nicolás, han llevado a cabo una serie de actuaciones mediante las que el espacio se consigue ver con otros ojos: ya las barbacoas en las que no se podía hacer fuego no están; la decena de senderos cruzados que atravesaban cicatrizando el humedal se va desdibujando por la predominancia de un sendero circular no agresivo que rodea el segundo núcleo de tarajales más importante de Canarias; los accesos más fuertemente marcados, por los que incluso se podían colar vehículos, se han obstaculizado con bolardos de madera; incluso hay un «hide» para la observación de las aves que recalan en la charca, sin molestias, y todo ello acompañado de nuevos paneles de señalización y sensibilización sobre el valor del emblemático entorno.
Desde el Grupo de Investigación en Tecnologías, Gestión y Biogeoquímica Ambiental (TGBA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, como parte de nuestro trabajo en el Proyecto ECOTOUR, hemos desarrollado una metodología en base a la cual analizar los impactos de la implantación de actividades ecoturísticas en zonas especialmente vulnerables, como es el caso de este humedal, que junto a La Charca de Maspalomas o Juncalillo, representa uno de los pocos lugares de resguardo para algunas aves migratorias que arriban a la isla.