Durante la Noche Europea de los/as Investigadores/as, centros de investigación, universidades y asociaciones científicas de toda Europa organizan diferentes actividades para todos los públicos que, en el caso de Gran Canaria, se materializaron en la Macaronight organizada por la Fundación Parque Científico Tecnológico en la Plaza de Santa Ana.
Desde el Grupo de Tecnologías Gestión y Biogeoquímica Ambiental salimos del laboratorio para dar a conocer un poco más nuestro trabajo.
En concreto, elegimos dos temáticas: el impacto ambiental de las actividades recreativas y/o turísticas en espacios naturales sensibles, y la importancia del pH en la vida y en el medio marino, dando a conocer a su vez lo que representa esta escala de acidez mediante experimentación sencilla con «ingredientes caseros».
Así, los escolares (¡y también adultos!), utilizando el extracto de col lombarda como indicador colorimétrico, comprobaron el pH de distintas disoluciones de elementos cotidianos como la pasta de dientes, el agua del chorro, los refrescos o el detergente. Esta experiencia se aprovechó para explicar la problemática ambiental asociada a la acidificación marina, sobre la que se repartió un «kit de investigación» para desarrollar en casa o en el aula. Este experimento consiste en el seguimiento de la disolución de las conchas de organismos marinos en vinagre blanco (que simularía un océano muy acidificado).
Por otro lado, y aprovechando el proyecto de la convocatoria de Cooperación Territorial MAC 2014-2020 ECOTOUR que desde el Grupo de Tecnologías, Gestión y Biogeoquímica Ambiental tenemos activo, hicimos hincapié en los valores ambientales que alberga La Marciega. Este paraje natural, ubicado en La Aldea (Gran Canaria), representa un refugio para la avifauna de la isla por el que la protagonista de nuestra historia, Dácil, paseó «sin dejar huella» con ayuda de multitud de escolares durante la mañana.
Así, mediante un panel en el que se resaltaban las precauciones a tener en cuenta al atravesar un entorno natural, se fueron superando una serie de pruebas «ambientales» para disfrutar del espacio natural «sin dejar huella». Caminar sin abandonar el sendero, respetar la flora y fauna y evitar armar alboroto son algunas de las recomendaciones que se recordaron y fomentaron entre escolares para generar el menor impacto ambiental posible en nuestro espacio de recreo.